D. Florentino Rueda, pregonero de las fiestas de los Santos Niños 2024 en Alcalá de Henares

En la tarde del sábado 3 de agosto de 2024, D. Florentino Rueda Recuero, delegado de patrimonio cultural de la diócesis de Alcalá de Henares, dio el pregón de las fiestas de los Santos Niños, en Alcalá de Henares. A continuación se puede leer la transcripción completa de las palabras del pregonero, cuya pronunciación tuvo lugar en el salón de actos del centro cultural Santa María la Rica, en la ciudad complutense.

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Foto: Ayuntamiento de Alcalá de Henares

Pregón de las fiestas de los Santos Niños 2024

En primer lugar, buenas tardes a todos. Agradecer a mi gran amigo Vicente lo que ha dicho sobre mi persona. Ha exagerado como de costumbre, ha exagerado y bastante. Lo único que no ha exagerado es en dónde nací, en Gárgoles, que es el mejor pueblo de España, pero ya iremos. Por tanto, muchísimas gracias de corazón por todas tus palabras y seguiremos, si Dios quiere, hablando. Y más hablando y sobre todo ejecutando aquellas cosas que la Comunidad de Madrid o los ministerios nos piden; incluso los ayuntamientos, etcétera, etcétera

Me han comunicado que la Excelentísima Señora Alcaldesa hoy no puede estar aquí pero eres tú la sustituta, por no decir la más importante en estos momentos. Quiero saludar a la señora alcaldesa en funciones, quiero saludar, como no, a mi querido y gran obispo D. Antonio. De corazón, D. Antonio, le agradezco el que esta tarde esté aquí con nosotros y entre nosotros, como lo hace siempre desde el año y pico que lleva aquí de obispo en Alcalá de Henares. Siempre está en todo momento en ayuda y en colaboración y en comprensión de él hacia los sacerdotes y no solo hacia los sacerdotes sino también hacia todos los laicos y religiosos y religiosas como habréis podido experimentar a lo largo de este año y pico que lleva entre nosotros.

Saludo a las excelentísimas autoridades civiles y militares, a los miembros de la corporación municipal, a los señores presidentes de las distintas hermandades, a mis familiares y amigos, a todos buenas tardes y espero y deseo que no sea -aunque él ya lo ha dicho todo, ya la ha dicho, poco más puedo añadir pero vamos a ver si añadimos alguna palabra importante que nos haga llegar a buen término- no podemos olvidar, queridos amigos, que el patrimonio de la diócesis complutense son los Santos Niños Justo y Pastor. Esos son los que siempre nos han protegido y están con nosotros. Agradezco la invitación de la excelentísima señora alcaldesa Dña. Judith -Dña. Isabel en estos momentos- por haberme encomendado ser el pregonero de la fiesta de los Santos Niños Justo y Pastor.

La ocasión es muy propicia para renovar la ilusión y hacer crecer con ardor la fe, la esperanza y la caridad. En la festividad de los Santos Niños Justo y Pastor se marchan muchos alcalaínos celosos de sus tradiciones a sus puntos veraniegos. De ahí que en su compensación se haya querido reactivar el esquinado calendario, es decir, algo que estaba un poco bastante olvidado, para recuperar la festividad de los Santos Niños en la reversión de sus reliquias.

Este año 2024 deseo que el pregón sea un canto a la fe para que nos lleve en estos tiempos recios a la ilusión y a la esperanza en el amor. También aprovecho para compartir con ustedes la alegría del encuentro, la fe de nuestros mayores y los muchos recuerdos con los que construyeron el ayer y el mañana, las décadas pasan más las ilusiones y esperanzas permanecen. Los años nos hacen sabios, la fe nos hace eternos. Alcalá es fe y en sus raíces alimentó la esperanza de tantos inmigrantes, hombres recios y de espíritu venturoso que apostaron por un mundo nuevo y mejor. La fe sin la caridad no da fruto y la caridad sin la fe sería un sentimiento por ello la fe y la caridad se necesitan mutuamente.

Alcalá no solamente es fe sino también es la esperanza y la ilusión para todos los que llegan a esta bella y hermosa ciudad de Alcalá de Henares pero también Alcalá es amor, amor de corazón generoso que acoge a todos los que llegan a esta bella y hermosa ciudad complutense buscando el bien como un día también acogió a este pregonero cuando con nueve años llegó a Alcalá de Henares para estudiar en el entonces seminario menor deseando ser sacerdote y hacer como niño un acto de fe rezando el Credo en la Cripta de los Santos Niños Justo y Pastor.

La ciudad de Alcalá de Henares vio en los Santos Niños el áncora de su fe martirial y como garantía segura de la Misericordia que el Rey de los Cielos ha ido derramando a lo largo de los siglos hasta nuestros días. La verdad de la fe cristiana de Justo y Pastor aprendida y vivida de sus padres, aflorable e imparable en sus labios, resultó ser un gran descaro, así se les entendía a unos niños mocosos y provincianos ante el pretor que representaba la ley romana inflexible y y rotunda. Y Daciano dejó constancia cruenta de la ley de la sangre fecunda de la fe cristiana, desde la escuela, sin que nadie los llamara, se presentaron ante el juez y se autoproclamaron públicamente cristianos testigos de la fe ofreciéndose a soportar por la fe en Cristo los más rigurosos tormentos.

Pudo ser San Urbicio, un peregrino del siglo VIII, pastor y anacoreta, el que viera el peligro que corrían las reliquias y se la llevó consigo al norte. Fue entonces cuando las reliquias de los Santos Niños ascendieron geográficamente para conservar la integridad en todo momento. Las reliquias eran el testimonio vivo de su muerte heroica y huyeron a un lugar seguro. Las encontraron en Huesca, en el Valle de Nocito, después en el Pirineo y más tarde en Narbona, cuya catedral lleva su nombre.

Como consecuencia de la intervención del rey Felipe II y del papa Pío V en el año 1568 parte de las reliquias de los Santos Niños Justo y Pastor se trasladaron desde la diócesis de Huesca a nuestra querida diócesis de Alcalá de Henares. Ccorría el día 7 de marzo cuando se realizó en esta ciudad de Alcalá una solemne ceremonia de acogida en la que participaron representantes del ayuntamiento, de la Magistral y de la universidad amén de los muchos alcalaínos allí presentes.

No podemos olvidar que, después de 450 años, las diócesis oscense y complutense se unen en vínculo fraterno. Siempre ha sido así y seguirá siéndolo si Dios lo quiere y Dios quiere que todos seamos hermanos. Pero es cierto que tanto la diócesis de Huesca como la de Alcalá de Henares están experimentando ya la llegada del hermanamiento definitivo de las dos diócesis que son las que mantienen las reliquias.

El testimonio de los santos mártires Justo y Pastor es la semilla de la Iglesia y en lugar de causar temor suscita admiración. El valor y la sangre de los mártires nos enseña a amar la siembra del testimonio sencillo, sabiendo que queda la semilla portadora del germen vivo de vida nueva que es Cristo, el Señor.

El papa Benedicto XVI recordaba en la carta apostólica Porta fidei: por la fe los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio que los había transformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus perseguidores. El martirio y la vocación al martirio -sigue diciéndonos el papa Benedicto XVI- no son el resultado de un esfuerzo humano sino la respuesta a una llamada de Dios. Son un don de su gracia que nos hace capaces de dar la propia vida por amor a Cristo y a su Iglesia. Cuando Jesús envía a sus apóstoles a evangelizar les advierte claramente que el anuncio del Reino implica siempre una oposición. Los seguidores de Cristo siempre aman pero no siempre son amados. Los cristianos mártires son personas contracorriente, es normal, porque el mundo está marcado por el egoísmo, la injusticia y la soledad, y quien sigue a Jesús camina en dirección segura: Yo soy el Camino la Verdad y la Vida y no podemos separarnos de Él. Los cristianos recorren su caminar en este mundo con lo esencial yahí que Jesús les advierte: no llevéis ni oro, ni plata, ni cobre, ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón pero sí id con el corazón repleto de amor. La única y verdadera fuerza de los mártires es el Evangelio. En los momentos de dificultad se debe creer que Jesús está delante de nosotros y no cesa de acompañar a sus discípulos en aquél entonces y ahora también. En el centro de la tormenta cuando la barca se hundía el cristiano no debe perder la esperanza pensando haber sido abandonado pues Jesús siempre está presente en nosotros, con nosotros y para nosotros.

En el Evangelio, Jesús repite «no tengáis miedo» y añade «a quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por Él ante mi Padre que está en los cielos». El libro del Apocalipsis anuncia el tiempo de los mártires sobre el causador con estas palabras: ellos lo vencieron en virtud de la sangre del Cordero y de la palabra testimonial que habían dado. Ningún sufrimiento es invisible a los ojos de Dios. Dios ve y protege, y siempre actuará en consecuencia. De hecho, existe en medio de nosotros Alguien con mayúscula que es más fuerte que el mal, más fuerte que los oscuros engaños, alguien que nos escucha siempre y ahora.

Los Santos Niños Mártires Justo y Pastor nos recuerdan a los cristianos que debemos estar siempre del otro lado, es decir, del lado de Cristo, siendo humildes, sin ser arrogantes, ni vendedores de humo. En definitiva, hemos de ser los evangelizadores del siglo XXI con espíritu y testigos misioneros tal como nos pide y recomienda el papa Francisco. El mártir no vive para sí, no combate para afirmar sus propias ideas y acepta morir solo por fidelidad al Evangelio.

La devoción de los Santos Niños ha ido creciendo a lo largo de los siglos atrayendo a los fieles de todas las edades que encuentran en los párvulos modelos a seguir en su propia búsqueda de la santidad. A pesar de su corta edad, estos pequeños gigantes espirituales han dejado una huella imborrable en la historia de la Iglesia y de la humanidad. En un mundo marcado por la desesperanza, la soledad y la falta de valores, la figura de estos párvulos hermanos de 7 y 9 años adquiere relevancia especial recordándonos la importancia de la inocencia, la pureza de corazón y la confianza en la divina Providencia.

Los Santos Niños continúan dejando una huella espiritual profunda en la sociedad moderna en la que vivimos mostrando que la edad no es un impedimento para vivir una vida plena de Dios. Justo y Pastor nos recuerdan que la santidad no entiende de edades y se manifiesta en la pureza del corazón, en la humildad y en la entrega a Dios. En el arrabal de Complutum, que recibió el nombre de de Campo Laudable, fueron enterrados Justo y Pastor junto a la leyenda de su piedra martirial primera piedra de Alcalá, la piedra enrejada en la cripta catedralicia, prisionera de afectos de la que la leyenda dice que guarda la huella de las rodillas tiernas de sus niños lejanos y siempre hincados en su entraña más sagrada. De seguro que estos insistentes niños sudaron la gota gorda de sangre como escuela de tenacidad para arrancar de las márgenes del río el regaliz, el palolú, de hoy los rizomas, hicieron trágicos pero trágicamente quedaron llevados.

Y fue así como los Santos Niños se quedaron aquí para siempre después de una escapada a zancadas seculares, las mismas zancadas que las del superior retorno. Volver para ya quedarse, volver para descansar y descansarnos en ellos para siempre. Que Dios nos dé siempre la fuerza de ser testigos como los Santos Niños en el tiempo y momento en el que vivimos.

Muchísimas gracias por escucharme, felicitación de las fiestas que ya estamos encima, y gracias por vuestra presencia, y también hacerle llegar a la señora alcaldesa ese honor que ha tenido hacia mi persona haciendo que fuese este pequeño pregonero. Muchísimas gracias de corazón.