«Los museos eclesiásticos, como lugares de animación de los fieles y de valorización del patrimonio histórico-artístico, aúnan el valor de la memoria con el de la profecía, salvaguardando los signos tangibles de la Traditio ecclesiae. A través del patrimonio histórico-artístico, presentan el cumplimiento de la historia de la salvación en Cristo; vuelven a proponer la obra de la evangelización cristiana; indican en la belleza del arte “los cielos nuevos y la tierra nueva”; son signo de la recapitulación de todas las cosas en Cristo. Todo lo que constituyen los museos eclesiásticos permite crecer en humanidad y en espiritualidad, por lo que entran con pleno derecho en el proyecto pastoral de las Iglesias particulares. La atención a tales patrimonios puede convertirse en un nuevo y eficaz instrumento de evangelización cristiana y de promoción cultural.» (La función pastoral de los museos eclesiásticos. 15-08-2001. Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia)
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