Mons. Antonio Prieto Lucena asiste a la apertura solemne del curso académico 24/25 de la Universidad de Alcalá

En la mañana del jueves 5 de septiembre de 2024 tuvo lugar la solemne apertura del curso académico 24/25 de la Universidad de Alcalá (UAH). Los actos dieron comienzo en la Catedral-Magistral de Alcalá, donde el obispo de Alcalá, Mons. Antonio Prieto Lucena, dirigió unas palabras de saludo a los presentes.

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Palabras de saludo del obispo de Alcalá

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Excelentísimo señor rector magnífico de la Universidad de Alcalá de Henares, vicerrectores, profesores, autoridades académicas y civiles, señora alcaldesa, aquí presentes, respetado auditorio.

Un año más felicito a las autoridades académicas de nuestra prestigiosa universidad por mantener la costumbre de inaugurar el curso en nuestra Catedral-Magistral. Es un modo de rememorar el origen de las primeras universidades a partir de las primitivas escuelas catedralicias en la Edad Media.

Junto a mis mejores augurios por el curso que comienza permítanme que les haga una llamada a retomar la tarea docente con esperanza. La Iglesia Universal se prepara para celebrar en 2025 un Jubileo dedicado a esta gran virtud de la esperanza. Existe una antigua costumbre de celebrar un jubileo cada 25 años consagrándolo a un tema importante. El último jubileo fue en el año 2000 y se vivió con un gran entusiasmo. Celebrábamos el segundo milenio de la Encarnación de Jesucristo y abríamos la puerta a un tercer milenio cargado de expectativas. Han pasado solo 25 años desde aquel jubileo y parece que nos encontramos en un escenario muy diferente.

Nuestra sociedad contemporánea evoluciona a tal velocidad que los sociólogos dicen que no solo estamos en una época de cambios sino en un verdadero cambio de época. Recientemente hemos pasado una pandemia a nivel mundial que nos ha hecho tocar nuestra fragilidad y han estallado a nuestro alrededor diversos conflictos bélicos que amenazan con extenderse como una mecha encendida a otras regiones del mundo y generalizarse. Como ha dicho el Papa Francisco, parece que estemos asistiendo a una tercera guerra mundial a pedazos.

En este contexto puede ser que la euforia de los comienzos del nuevo milenio esté dando paso a un ambiente de dudas e incertidumbre por el futuro. Por eso urge recuperar la esperanza. Cuando se tiene esperanza en un futuro mejor se activan todas las energías humanas. La esperanza es sinónimo de ilusión, de movimiento, de esfuerzo, de tesón. En cambio, la desesperanza genera bloqueo, parálisis de la acción, apatía, insatisfacción, intolerancia y falta de compromiso.

Nuestro mundo, para seguir avanzando, necesita nuevas dosis de esperanza. Un famoso pedagogo italiano, Franco Nembrini, escribió hace unos años que los alumnos son capaces de perdonar todo a sus profesores pero hay una cosa que no les perdonarán: que no les transmitan esperanza por un futuro mejor. He aquí un desafío que hemos de afrontar en el aula y en la investigación.

El gran escritor alemán Goethe decía que solo hay dos legados duraderos que podemos transmitir a nuestros descendientes: unos son las raíces, la tradición cultural, la excelencia académica pero el otro son las alas para volar siempre más lejos.

Se ha dicho que nuestra vida humana puede compararse a un viaje por el mar de la Historia, un mar a menudo oscuro y borrascoso. En medio de la tiniebla o la tormenta, el buen marinero sabe escudriñar los astros para descubrir la ruta y mantener la esperanza.

Los cristianos tenemos el astro por excelencia: Jesucristo, el sol que nace de lo alto y brilla sobre todas las tinieblas de la Historia. La luz de este astro es la luz de la fe, una luz que se armoniza preciosamente con la luz de la razón. El diálogo fe y razón será siempre fecundo para una una tarea universitaria que busque una promoción integral de la persona humana, abierta a la trascendencia.

Un famoso médico, profesor universitario, canonizado por la Iglesia, San Giuseppe Moscati, dedicado a los enfermos incurables de Nápoles, solía decir a sus alumnos: recordad que vuestros pacientes tienen un alma.

Estimados profesores y autoridades académicas, al comienzo de un nuevo curso académico les agradezco a todos su compromiso con la educación de las nuevas generaciones. La docencia es, sin duda, una de las tareas más nobles del espíritu humano. Junto a la capacitación profesional y la cultura, no dejen de transmitir esperanza y una esperanza que no defraude.

Con todo respeto, reciban mi afecto y mi bendición.

Muchas gracias.

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Finalizado el acto en la Catedral-Magistral, los profesores universitarios revestidos con el traje académico, junto a la alcaldesa de Alcalá de Henares, el rector de la UAH y Mons. Prieto Lucena, caminaron por la calle Mayor hasta el rectorado de la Universidad para celebrar el solemne acto de apertura en el Paraninfo del Colegio Mayor de San Ildefonso.

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