Sobre la libertad de la Iglesia

La crucifixión del Apóstol San Pedro

«La palabra
de Dios no está encadenada»
(2 Tm 2, 9b)
«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres»
(Hch 5, 29)
«Hay que
afirmar decididamente la
libertad de la Iglesia de enseñar la propia doctrina»
(Papa Francisco, Exhortación
Apostólica Amoris laetitia, n. 279).
«La única lucha, la única batalla
a la que la Iglesia quiere servir es la noble lucha por la verdad y por la
justicia y la batalla por el verdadero bien, la batalla en la cual la Iglesia
es solidaria con cada hombre. En ese camino, la Iglesia lucha con la "espada
de la palabra", no ahorrando las voces de aliento, pero tampoco las
amonestaciones, a veces muy severas (igual que hizo Cristo). Muchas veces,
incluso amenazando y demostrando las consecuencias de la falsedad y del mal. En
esta su lucha evangélica, la Iglesia de los pobres no quiere servir a fines
inmediatos políticos, a las luchas por el poder y, al mismo tiempo, procura con
gran diligencia que sus palabras y acciones no sean usadas para tal fin, no
sean "instrumentalizadas".» (San Juan Pablo II, Viaje apostólico a Brasil: Discurso durante la Visita a la favela
Vidigal de Río de Janeiro, 2-7-1980)
La
base doctrinal de la “sana laicidad”, «implica que las realidades
terrenas ciertamente [gocen] de una autonomía efectiva de la esfera
eclesiástica, pero no del orden moral» (Benedicto XVI, Discurso a los participantes en el 56°
Congreso nacional organizado por la Unión de Juristas Católicos
Italianos, 9-12-2006).
«La
elección democrática de los legisladores
y los gobernantes los legitima a ellos
en cuanto tales, pero no a
todas sus decisiones, que serán
correctas si se adecuan a la dignidad de
la persona, e ilegítimas si se oponen a ella» (Conferencia Episcopal
Española, Comité para la Defensa de la Vida, La eutanasia, Cien cuestiones y respuestas
sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos,
octubre de 1992).
«Una
cosa es la separación administrativa Iglesia-Estado y otra muy
distinta, y gravemente ilegítima, es la separación Verdad-Estado»
(Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares, Misericordia con todos, también con los
embriones, 23-2-2016)
Como propuesta a la libertad de nuestros lectores, y desde el más exquisito respeto hacia todas las personas,
se introduce en este apartado, a la luz del Magisterio de la Iglesia
Católica, una primera aproximación al tema de «la libertad de la
Iglesia». A continuación ofrecemos algunos textos para la reflexión.
Algunos textos del Magisterio
Sagrada Escritura
«Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es
descendiente de David. Esta es la Buena Noticia que yo predico, por la
cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la palabra de
Dios no está encadenada. Por eso soporto estas pruebas por amor a los
elegidos, a fin de que ellos también alcancen la salvación que está en
Cristo Jesús y participen de la gloria eterna.» (2 Tm 2, 8-10)
Catecismo de la Iglesia
Católica
«“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5, 29):
«Cuando la autoridad pública, excediéndose en sus competencias, oprime
a los ciudadanos, éstos no deben rechazar las exigencias objetivas del
bien común; pero les es lícito defender sus derechos y los de sus
conciudadanos contra el abuso de esta autoridad, guardando los límites
que señala la ley natural y evangélica» (GS 74, 5).»» (n. 2242)
Concilio Vaticano II
«La libertad de la
Iglesia
13. Entre las cosas que pertenecen al bien de la Iglesia, más aún, al
bien de la misma sociedad temporal, y que han de conservarse en todo
tiempo y lugar y defenderse contra toda injusticia, es ciertamente
importantísimo que la Iglesia disfrute de tanta libertad de acción,
cuanta requiera el cuidado de la salvación de los hombres . Porque se
trata de una libertad sagrada, con la que el Unigénito Hijo de Dios
enriqueció a la Iglesia, adquirida con su sangre. Es en verdad tan
propia de la Iglesia, que quienes la impugnan, obran contra la voluntad
de Dios. La libertad de la Iglesia es un principio fundamental en las
relaciones entre la Iglesia y los poderes públicos y todo el orden
civil.
La Iglesia vindica para sí la libertad en la sociedad humana y delante
de cualquier autoridad pública, puesto que es una autoridad espiritual,
constituida por Cristo Señor, a la que por divino mandato incumbe el
deber de ir por todo el mundo y de predicar el Evangelio a toda
criatura. Igualmente reivindica la Iglesia para sí la libertad, en
cuanto es una sociedad de hombres, que tienen derecho a vivir en la
sociedad civil según las normas de la fe cristiana.
Ahora bien, donde vige como norma la libertad religiosa, no solamente
proclamada con palabras, ni solamente sancionada con leyes, sino
también llevada a la práctica con sinceridad, allí, en definitiva,
logra la Iglesia la condición estable, de derecho y de hecho, para una
necesaria independencia en el cumplimiento de la misión divina,
independencia que han reivindicado con la mayor insistencia dentro de
la sociedad las autoridades eclesiásticas. Y al mismo tiempo los fieles
cristianos, como todos los demás hombres, gozan del derecho civil a que
no se les impida vivir según su conciencia. Hay, pues, concordancia
entre la libertad de la Iglesia y aquella libertad religiosa que debe
reconocerse como un derecho a todos los hombres y comunidades y
sancionarse en el ordenamiento jurídico.
Obligación
de la Iglesia
14. La Iglesia católica, para cumplir el mandato divino: "enseñad a
todas las gentes" (Mt., 18,
19-20), debe emplearse denodadamente "para
que la palabra de Dios sea difundida y glorificada" (2 Tes., 3, I).
Ruega, pues, encarecidamente a todos sus hijos que ante todo eleven
"peticiones, súplicas, plegarias y acciones de gracias por todos los
hombres... Porque esto es bueno y grato a Dios nuestro Salvador, el
cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento
de la verdad" (I Tim., 2, 1-4).
Por su parte, los fieles, en la formación de su conciencia, deben
prestar diligente atención a la doctrina sagrada y cierta de la
Iglesia. Pues por voluntad de Cristo la Iglesia católica es la maestra
de la verdad, y su misión consiste en anunciar y enseñar auténticamente
la verdad, que es Cristo, y al mismo tiempo declarar y confirmar con su
autoridad los principios de orden moral que fluyen de la misma
naturaleza humana. Procuren además los fieles cristianos, comportándose
con sabiduría con los que no creen, difundir "en el Espíritu Santo, en
caridad no fingida, en palabras de verdad" (2 Cor., 6, 6-7) la luz de
la vida, con toda confianza y fortaleza apostólica, incluso hasta el
derramamiento de sangre. Porque el discípulo tiene la obligación grave
para con Cristo Maestro
de conocer cada día mejor la verdad que de El ha recibido, de
anunciarla fielmente y de defenderla con valentía, excluyendo los
medios contrarios al espíritu evangélico. Al mismo tiempo, sin embargo,
la caridad de Cristo le acucia para que trate con amor, prudencia y
paciencia a los hombres que viven en el error o en la ignorancia de la
fe. Deben, pues, tenerse en cuenta tanto los deberes para con Cristo,
el Verbo vivificante que hay que predicar, como los derechos de la
persona humana y la medida de la gracia que Dios por Cristo ha
concedido al hombre, que es invitado a recibir y profesar
voluntariamente la fe.» (Declaración
Dignitatis Humanae).
Papa Francisco
«En la ingente tarea de garantizar la libertad de la Iglesia ante toda
forma de poder que quiera hacer callar la Verdad, no os ilusionéis con
que esta libertad sea sólo fruto de arreglos, acuerdos y negociaciones
diplomáticas, por más que sean perfectos y bien logrados. La Iglesia
será libre sólo si sus instituciones pueden actuar para «anunciar el
Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin
demoras, sin asco y sin miedo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 23),
incluso si se manifestara como verdadero signo de contradicción
respecto a las modas actuales, a la negación de la Verdad evangélica y
a las fáciles comodidades que con frecuencia contagian también a los
Pastores y a su rebaño.» (Discurso a
los participantes en un Encuentro de Representantes Pontificios,
17-9-2016).
Papa Benedicto XVI
«La conclusión del Apóstol es tranquilizadora: los hombres que obran
el mal —escribe— «no llegarán muy lejos, porque su necedad será
manifiesta a todos» ([2 Tm] 3,
9). Así pues, hay una garantía de
libertad, asegurada por Dios a la Iglesia, libertad tanto de los lazos
materiales que tratan de impedir o coartar su misión, como de los males
espirituales y morales, que pueden corromper su autenticidad y su
credibilidad.» (Homilía en la
Solemnidad de San Pedro y San Pablo - Santa Misa e imposición del palio
a los nuevos metropolitanos, 29-6-2010).
Papa San Juan Pablo II
«La libertad de culto no puede concebirse sin la libertad de practicar
individual y colectivamente la propia religión y sin la libertad de la
Iglesia.» (Discurso al noveno grupo
de obispos de Francia con motivo de su visita "ad Limina Apostolorum",
27-2-2004).
«La historia de santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad
fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad
de la Iglesia frente a indebidas injerencias del Estado es, al mismo
tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la
libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el
principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza
del hombre.» (Motu Proprio E sancti
Thomae Mori, proclamación de santo Tomás Moro como patrono de los
gobernantes y de los políticos, 31-10-2000).
Papa San Pablo VI
«Además, debemos constatar con tristeza que la obra evangelizadora de
la Iglesia es gravemente dificultada, si no impedida, por los poderes
públicos. Sucede, incluso en nuestros días, que a los anunciadores de
la palabra de Dios se les priva de sus derechos, son perseguido,
amenazados, eliminados sólo por el hecho de predicar a Jesucristo y su
Evangelio. Pero abrigamos la confianza de que finalmente, a pesar de
estas pruebas dolorosas, la obra de estos apóstoles no faltará en
ninguna región del mundo.
No obstante estas adversidades, la Iglesia reaviva siempre su
inspiración más profunda, la que le viene directamente del Maestro: ¡A
todo el mundo! ¡A toda criatura! ¡Hasta los confines de la tierra! Lo
ha hecho nuevamente en el Sínodo, como una llamada a no encadenar el
anuncio evangélico limitándolo a un sector de la humanidad o a una
clase de hombres o a un solo tipo de cultura.» (Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi,
8-12-1975).
Papa Pío XII
«Confiados en la poderosa intercesión y en el patrocinio de la
Inmaculada Virgen María para la realización de todos estos deseos,
imploramos la abundancia de las gracias divinas para todos; pero de
modo singular para los Obispos y sacerdotes que en el cumplimiento de
su deber, por defender los derechos y la libertad de la Iglesia,
padecen persecución, cárcel y destierro. Singular amor es el que les
profesamos; y les exhortamos paternalmente a que continúen dando buen
ejemplo de la fortaleza y virtud sacerdotal.» (Exhortación Apostólica Menti Nostrae,
23-9-1950).
Papa León XIII
«Ahora bien: en materia de fe y de moral, Dios mismo ha hecho a la
Iglesia partícipe del magisterio divino y le ha concedido el privilegio
divino de no conocer el error. Por esto la Iglesia es la más alta y
segura maestra de los mortales y tiene un derecho inviolable a la
libertad de magisterio. Por otra parte, la Iglesia, apoyándose en el
firme fundamento de la doctrina revelada, ha antepuesto, de hecho, a
todo el cumplimiento exacto de esta misión que Dios le ha confiado.
Superior a las dificultades que por todas partes la envuelven, no ha
dejado jamás de defender la libertad de su magisterio. Por este camino
el mundo entero, liberado de la calamidad de las supersticiones, ha
encontrado en la sabiduría cristiana su total renovación.» (Encíclica Libertas, praestantissimum,
20-6-1888).
Código
de Derecho Canónico – De los delitos contra las autoridades
eclesiásticas y contra la libertad de la Iglesia (Cann. 1370 – 1377)
*******
ACUERDO
ENTRE EL ESTADO ESPAÑOL
Y LA SANTA SEDE
SOBRE ASUNTOS JURÍDICOS
Artículo I
1. El
Estado Español reconoce a la Iglesia Católica el derecho de ejercer su
misión apostólica y le garantiza el libre y público ejercicio de las
actividades que le son propias y en especial las de culto, jurisdicción
y magisterio.
*******
Apartado
de la Nota de la Conferencia Episcopal Española de 5-4-2019 en relación
a las informaciones difundidas sobre la diócesis de Alcalá de Henares
«Afirmamos
la libertad de la Iglesia, reconocida en la Constitución española, la
Ley orgánica de libertad religiosa y los Tratados internacionales sobre
derechos humanos, para ofrecer su visión de la persona y acoger y
acompañar a quien libremente se acerque a ella para crecer en un
desarrollo humano integral desde el anuncio del Evangelio y el amor
misericordioso de Dios.»

La tentación de Jesús en el monte
[El diablo] le mostró [a Jesús] los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras».
Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque esta escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”»
(Mt 4, 8b-10)
«Nec laudibus, nec timore»
Ni por alabanzas ni por amenazas me desviaré de los caminos de Dios
Para la oración y la meditación

Beato Cardenal Clemens August von Galen, obispo de Münster
Desenmascaró
la ideología neopagana del nacionalsocialismo. Gran resonancia mundial
tuvieron, como punto culminante de su resistencia abierta contra el
nacionalsocialismo, los tres famosos sermones que pronunció en el
verano de 1941 ― el 13 de julio y el 3 de agosto ― en la iglesia de San
Lamberto y ― el 20 de julio ― en la parroquia de Nuestra Señora en
Münster, llamada “Überwasserkirche”; en ellos condenó los abusos del
Estado y reclamó el derecho a la vida, a la inviolabilidad y a la
libertad de los ciudadanos. Fustigó duramente el asesinato de los
discapacitados físicos y mentales a los que el nacionalsocialismo
consideraba “improductivos”. Fue un gran testigo de la fe, que en
tiempos oscuros hizo brillar la luz de la verdad y tuvo la valentía de
enfrentarse al poder de la tiranía del Nazismo en total fidelidad a la
Doctrina Católica. El Beato von Galen alzó su voz en defensa de los
derechos de los pobres y los enfermos, protestando con fuerza contra la
eutanasia, y contra la persecución de judíos o la expulsión de
religiosos. La autoridad nacional se sintió fuertemente herida y quería
detenerlo y asesinarlo. Fue beatificado
en 2005 por el Papa Benedicto XVI. Su lema episcopal era: «Nec
laudibus, nec timore» (Ni por alabanzas ni por amenazas me desviaré de
los caminos de Dios). (Leer +) Para recordar:
«Todo
pasa, solo Dios permanece. Han pasado reinos, pueblos, culturas,
naciones, ideologías, potencias, pero la Iglesia, fundada sobre Cristo,
a través de tantas tempestades y a pesar de nuestros muchos pecados,
permanece fiel al depósito de la fe en el servicio, porque la Iglesia
no es de los Papas, de los obispos, de los sacerdotes y tampoco de los
fieles, es única y exclusivamente de Cristo. Solo quien vive en Cristo
promueve y defiende a la Iglesia con la santidad de vida, a ejemplo de
Pedro y Pablo.» (Papa Francisco, Homilía, 29-6-2015).
Sobre la ideología de género (gender) y las teorías queer y cyborg, el transhumanismo, el
posthumanismo, el capitalismo
tecno-nihilista y la tecno-redención:
Últimos Papas, Santa Sede, Conferencia
Episcopal Española y más
Sobre el socialismo moderado:
Papa San Juan XXIII, Encíclica Mater et
magistra (ver el n. 34),
15-5-1961
Sobre el comunismo ateo:
Papa
Pío XI, Encíclica Divini redemptoris,
19-3-1937
Sobre la situación de la Iglesia Católica
en el Reich alemán:
Papa
Pío XI, Encíclica Mit brennender
Sorge, 14-3-1937
Acerca del fascismo:
Papa
Pío XI, Encíclica Non abbiamo bisogno,
29-6-1931
Sobre las doctrinas de los modernistas
Papa
San Pío X, Encíclica Pascendi
Dominici Gregis, 8-9-1907
Sobre el liberalismo:
Papa
León XIII, Encíclica Libertas
praestantissimum, 20-6-1888
Sobre el socialismo:
Papa
León XIII, Encíclica
Quod Apostolici Muneris, 28-12-1878
Sobre la
masonería:
Algunos documentos
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