(COPE) La diócesis impulsa, a través de la Fundación Hermanas Montalban, un espacio de propuesta cultural para los adolescentes más vulnerables
“El Proyecto Cisneros nace del deseo de la Fundación Hermanas Montalbán de seguir ofreciendo en el edificio de su sede en Torrelaguna, en Madrid, un espacio de transmisión de valores solidarios y una propuesta cultural y social a los niños, adolescentes y jóvenes de Torrelaguna y su entorno, particularmente a los que son más vulnerables socialmente”. Así lo explica el sacerdote Francisco Javier Martínez Fernández, impulsor del proyecto de la diócesis de Alcalá de Henares.
La historia comienza en mayo de 2020, cuando las hermanas Carmelitas de la Caridad, después de más de cien años de entrega generosa al servicio de la obra pía, se ven obligadas a abandonar su casa de Torrelaguna debido a la escasez vocacional y la edad avanzada.
Es entonces cuando el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, patrono presidente de esta obra pía, decide dar un nuevo impulso a la Fundación Hermanas Montalbán con la creación del nuevo patronato que ponga en marcha el Proyecto Social Cisneros y la Casa de Espiritualidad Cardenal Cisneros.
Dado que las demandas sociales han cambiado desde el inicio la Fundación, “queremos adaptar también la propuesta que ofrecemos a los sectores en los que se fija de un modo particular nuestra obra social”, explica Javier Martínez.
Cuatro vertientes
Este proyecto se diversifica en cuatro vertientes: con la infancia, la juventud, la tecnología y la música. “Nuestra finalidad es ayudar a niños en vulnerabilidad o riesgo de exclusión, que, estando atendidos en cobertura de necesidades básicas por otras entidades, necesiten un apoyo escolar para no quedarse atrás en su currículo escolar y sus familias no puedan permitirse un apoyo escolar privado”.
Con “el respaldo y la experiencia” de Cáritas diocesana de Alcalá de Henares, trabajan junto al “Proyecto Campanilla”, que desde 2013 viene desarrollando semejantes iniciativas, “para que la experiencia de sus profesionales y voluntarios acompañen el arranque y seguimiento del proyecto”, destaca.
Compromiso solidario
Además, según explica el sacerdote, hay un espacio fundamental para los jóvenes, “de modo que podamos transmitir entre jóvenes escolares y universitarios residentes en Torrelaguna y en la comarca de la Vega del Jarama principalmente, valores de compromiso solidario mediante el voluntariado de cooperación internacional y de formación en ocio y tiempo libre”.
Una apuesta “para que descubran la realidad con mirada crítica y constructiva, desarrollando contenidos educativos y experiencias que favorecen los valores de solidaridad, convivencia, tolerancia y participación entre los jóvenes”.
Música y tecnología
El proyecto también se centra en algunas cuestiones de actualidad como la seguridad informática, la prevención de adicciones y ciberacoso, así como un punto informativo y orientativo hacia recursos especializados. De esta forma, explica Martínez, “podemos identificar las necesidades de sus hijos y sus capacidades, y les ayude a adquirir conocimientos y habilidades sobre conductas de uso, abuso y dependencia. En los casos severos, se coordinará el proyecto con el Servicio de atención en adicciones tecnológicas de la Comunidad de Madrid”.
Por último, la música “se ha convertido en un complemento de la formación humanística y social de los niños que residen en Torrelaguna y las zonas de alrededor, con enseñanzas oficiales de música. La música supone en la infancia el desarrollo integral de la persona, abriendo la oportunidad de recibir unos conocimientos y valores que, a través de una profundización de la sensibilidad, permiten alcanzar un plano superior de la propia persona, y que en el contexto educativo del día a día, no es tan sencillo de lograr”, concluye.
Una historia de más de 200 años
El 23 de marzo de 1882 las hermanas Montalbán y Hernanz, Isabel y Benita, decidieron comprar dos viviendas en Torrelaguna, una en la calle de la Cava nº19 y en otra en la calle de la Trinidad nº12 y fundar una obra pía para la educación religiosa y moral destinada a los niños y niñas más desfavorecidos de Torrelaguna, dotando a esta obra pía de algunos recursos económicos para poderlo llevar a cabo. A esta iniciativa la llaman “Obra Pía de las hermanas Montalbán para la enseñanza gratuita de párvulos en Torrelaguna”.
Encomiendan esta tarea a la Congregación de las Carmelitas de la Caridad de Vedruna, pidiéndoles la puesta en marcha y la atención de un colegio de enseñanza gratuita para los niños pobres de Torrelaguna, y una escuela de oficios para las muchachas adolescentes. Encomiendan el cuidado de esta obra pía al entonces obispo de Madrid-Alcalá junto con el cura párroco de Torrelaguna y tres benefactores.
Las fundadoras quisieron que esta obra pía estuviera custodiada por el patrocinio de San Juan de Cancio y Santa Teresa de Jesús.
Ante las necesidades del momento
Fueron cientos de niños los que corrieron por sus aulas y allí fueron forjados en artes humanas y espirituales, hasta que, en julio de 1990 las hermanas Carmelitas de la Caridad deciden adaptar las instalaciones de la obra pía a las necesidades del momento, dado que la escolarización infantil se llevaba a cabo en el municipio con otros recursos públicos.
Entonces se da inicio a la “casa de convivencias” para acoger a diferentes grupos salvaguardando la esencia del espíritu fundacional.
En mayo de 2020 las hermanas Carmelitas de la Caridad, después de más de cien años de entrega generosa al servicio de la obra pía, se ven obligadas a abandonar la casa debido a la escasez vocacional y la edad avanzada.