El pasado 15 de mayo, hacia las dos de la mañana, mientras la ciudad Complutense dormía, el padre D. Manuel Palero culminaba su peregrinación por esta tierra y comenzaba a caminar en la eterna. Quiso Dios que San Isidro labrador, que trabajó la tierra para recibir su fruto, fuera quien asistiera a quien fue labrador de almas, sembrando la semilla de la Palabra y regándola generosamente con la administración de los Sacramentos. La Diócesis se siente agradecida a Dios por este siervo fiel que cuidó de las familias, acompañó a los jóvenes, capitaneó la Legión de María y fue un incansable administrador de la misericordia de Dios desde su confesionario. Agradecemos a Dios el celo de este servidor que se convirtió en impulso para numerosas vocaciones a la vida religiosa y al ministerio sacerdotal.
En la mañana del 16 de mayo, el Obispo D. Juan Antonio Reig Pla y un grupo muy reducido de personas -debido al momento sanitario que atravesamos- despidieron en el “Cementerio viejo” de la ciudad a este hombre de Dios que sirvió a la Iglesia. En las palabras del Obispo, emoción y gratitud por este servidor fiel que custodió el alma de Alcalá. Tras una dilatada vida ministerial de más de 70 años al servicio de Dios, suplicamos la benevolencia del Padre para que haga efectiva en su sacerdote la Sangre vertida por su Hijo en la Cruz, que purifique el alma de quien fue su ministro y le haga participar del gozo prometido y esperado.
La ciudad de Alcalá de Henares y la Diócesis entera, recordará con afecto y gratitud siempre a este servidor que formó parte de la historia de la ciudad y fue referencia para muchos fieles que confiaban su alma a este pastor siempre dispuesto y accesible. Celebraremos una Eucaristía en acción de gracias por su ministerio y suplicando por la salvación de su alma en cuanto las circunstancias nos lo permitan y será el momento de, como pueblo de Dios agradecido, reconocer a D. Manuel Palero su infatigable labor elevando suplicas por su entrada en el gozo del Padre eterno.
Pedimos a los Santos Niños Justo y Pastor y a Nuestra Señora, la Virgen del Val, que sostengan en sus brazos a D. Manuel Palero que a tantas almas ayudó a llegar al Cielo y que sea él, ahora, quien reciba el abrazo de Dios.