“La palabra «sínodo» significa «caminar juntos»” (Papa Francisco)
«Aquí venimos para caminar juntos hacia el Señor y realizar las palabras con las que termina la profecía de Isaías: «Vayamos, caminemos a la luz del Señor» (v. 5) [Mt 24, 5]» (Papa Francisco)
«Caminar juntos hacia la verdad plena, la única que nos hace libres (cf. Jn 8,32).» (Papa Francisco)
«Como amigos y peregrinos deseamos caminar juntos, seguir juntos a nuestro Señor Jesucristo.» (Papa Francisco)
“La palabra «sínodo» significa «caminar juntos»” (Papa Francisco, Ángelus, 25 de octubre de 2015)
Algunos textos del Papa Francisco:
«Aquí venimos para caminar juntos hacia el Señor y realizar las palabras con las que termina la profecía de Isaías: «Vayamos, caminemos a la luz del Señor» (v. 5)» (Homilía en la celebración eucarística con el rito zaireño presidida por el Santo Padre Francisco con ocasión del 25 aniversario de la Capellanía católica congoleña de Roma, 1 de diciembre de 2019)
«Y por eso, aunque el matrimonio pueda llenar a los esposos cristianos de alegría y de plenitud humana y espiritual, no deben olvidar nunca que están llamados, como individuos y como pareja, a caminar siempre en la fe, a caminar en la Iglesia y con la Iglesia, a caminar juntos por el camino de la santidad » (Discurso a los participantes en un curso organizado por el Tribunal de la Rota Romana, 30 de noviembre de 2019)
«El apóstol Pablo, el mayor misionero de la historia de la Iglesia, nos ayuda a “hacer Sínodo”, a “caminar juntos”. Lo que escribe Timoteo parece referido a nosotros, pastores al servicio del Pueblo de Dios.
Ante todo dice: «Te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos» (2 Tm 1,6). Somos obispos porque hemos recibido un don de Dios. No hemos firmado un acuerdo, no nos han entregado un contrato de trabajo “en propia mano”, sino la imposición de manos sobre la cabeza, para ser también nosotros manos que se alzan para interceder y se extienden hacia los hermanos. Hemos recibido un don para ser dones. Un don no se compra, no se cambia y no se vende: se recibe y se regala.» (Homilía Santa Misa de apertura del Sínodo de los Obispos para la Amazonia, 6 de octubre de 2019).
«Caminar juntos hacia la verdad plena, la única que nos hace libres (cf. Jn 8,32).» (Discurso a las participantes en el Capítulo general de las Pías Discípulas del Divino Maestro, 22 de mayo de 2017)
«Como amigos y peregrinos deseamos caminar juntos, seguir juntos a nuestro Señor Jesucristo.» (Homilía en la visita a la iglesia anglicana de Todos los Santos de Roma, 26 de febrero de 2017)
«Que la Inmaculada Virgen María, Nuestra Señora de Lourdes, nos conceda a todos sus hijos consuelo y fortaleza para crecer en el amor y caminar juntos hasta la meta del cielo.» (Audiencia general, 11 de febrero de 2015)
«Así Dios es Dios con nosotros, Dios que nos ama, Dios que camina con nosotros. Éste es el mensaje de Navidad: el Verbo se hizo carne. De este modo la Navidad nos revela el amor inmenso de Dios por la humanidad. De aquí se deriva también el entusiasmo, nuestra esperanza de cristianos, que en nuestra pobreza sabemos que somos amados, visitados y acompañados por Dios; y miramos al mundo y a la historia como el lugar donde caminar juntos con Él y entre nosotros, hacia los cielos nuevos y la tierra nueva.» (Ángelus, 5 de enero de 2014).
«Caminar juntos en la Iglesia, guiados por los Pastores, que tienen un especial carisma y ministerio, es signo de la acción del Espíritu Santo; la eclesialidad es una característica fundamental para los cristianos, para cada comunidad, para todo movimiento. La Iglesia es quien me trae a Cristo y me lleva a Cristo; los caminos paralelos son muy peligrosos.» (Homilía en la Santa Misa con los movimientos eclesiales en el Domingo de Pentecostés, 19 de mayo de 2013)
Algunos textos del Papa Benedicto XVI:
«Hablar de Dios, pues, quiere decir hacer comprender con la palabra y la vida que Dios no es el rival de nuestra existencia, sino su verdadero garante, el garante de la grandeza de la persona humana. Y con ello volvemos al inicio: hablar de Dios es comunicar, con fuerza y sencillez, con la palabra y la vida, lo que es esencial: el Dios de Jesucristo, ese Dios que nos ha mostrado un amor tan grande como para encarnarse, morir y resucitar por nosotros; ese Dios que pide seguirle y dejarse transformar por su inmenso amor para renovar nuestra vida y nuestras relaciones; ese Dios que nos ha dado la Iglesia para caminar juntos y, a través de la Palabra y los Sacramentos, renovar toda la Ciudad de los hombres a fin de que pueda transformarse en Ciudad de Dios.» (Audiencia general, 28-11-2012)
«En nuestro mundo impregnado de individualismo, es necesario que se redescubra la importancia de la corrección fraterna, para caminar juntos hacia la santidad.» (Mensaje para la Cuaresma 2012, 3 de noviembre de 2011)
«La dimensión sinodal es parte constitutiva de la Iglesia: consiste en reunirse de todo pueblo y cultura para llegar a ser uno en Cristo y caminar juntos en pos de él, que dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6).» (Ángelus, 5 de octubre de 2008).
Algunos textos del Papa San Juan Pablo II:
«Recuerdo que os invité entonces a «caminar juntos». El Sínodo adoptó esas palabras como lema. Se trata de un compromiso que sigue siendo plenamente actual.
La Iglesia es una comunidad de hermanos y hermanas que viven gracias a la fuerza vivificante del Espíritu de Cristo resucitado, y expresan la unidad de los corazones no sólo en la comunión espiritual, sino también en la corresponsabilidad pastoral. Construir la Iglesia quiere decir caminar juntos por los caminos de la santidad y del servicio apostólico, mostrando el rostro de una comunidad jerárquicamente ordenada en torno a su pastor. Sin quitar nada a la riqueza y a la variedad de las experiencias pastorales particulares, «caminar juntos» significa no ceder a la tentación de la fragmentación y de la dispersión, fruto de un arbitrio apostólico incontrolado.» (Discurso a los fieles de la diócesis de Albano, Italia, 27 de agosto de 2000).
«Caminar juntos hacia el «Orientale Lumen»
(…) María, «Madre del astro que nunca se pone»[67], «aurora del místico día»[68], «oriente del Sol de gloria»[69], nos señala el Orientale Lumen.
De Oriente surge nuevamente cada día el sol de la esperanza, la luz que devuelve al género humano su existencia. De Oriente, según una hermosa imagen, regresará nuestro Salvador (cfr. Mt 24, 27).» (Carta Apostólica Orientale Lumen, n. 28, 2 de mayo de 1995)