El jueves 14 de noviembre, a las 20 horas, un día después de celebrarse la fiesta de San Diego de Alcalá, el salón de actos del Obispado de Alcalá de Henares acogerá la presentación del volumen que recoge la comedia «San Diego de Alcalá» de Lope de Vega, en la edición realizada por el Grupo de Investigación en el Siglo de Oro (GRISO) de la Universidad de Navarra, bajo la dirección del profesor Ignacio Arellano.
En la presentación participarán dos miembros del grupo GRISO, los profesores Carlos Mata Induráin y J. Enrique Duarte, quienes viajarán desde Pamplona para este acto. Este volumen, que ofrece también un amplio estudio sobre San Diego y la obra literaria de Lope de Vega en su relación con nuestra ciudad, incorpora un apéndice documental con otros breves textos relacionados con San Diego.
Esta es la tercera publicación realizada en colaboración con el grupo GRISO de la Universidad de Navarra, tras la edición crítica de los Autos Sacramentales de las Santas Formas y el Auto de los Santos Niños. Agradecemos a todos sus miembros el interés demostrado en la conservación y difusión del patrimonio espiritual de nuestra diócesis.
En la presentación habrá ejemplares disponibles de la obra.
Ofrecemos a los lectores el Prefacio del volumen:
San Diego en Alcalá
“¡Qué bien se echa de ver, divino Diego, / que en Alcalá estudiasteis teología, / pues tan divina cátedra se os fía, / desde a donde enseñáis letras de fuego!”. Estas palabras de Lope de Vega justifican el deseo del Obispado de Alcalá de Henares de encargar al grupo Grupo de Investigación del Siglo de Oro de la Universidad de Navarra la edición de esta “comedia famosa” de Lope, cuyo tercer acto transcurre en nuestra ciudad.
Fray Diego de San Nicolás, como fue conocido en vida, es uno de los “sabios y santos” que fecundan la tierra de la antigua sede complutense. San Nicolás del Puerto (Sevilla), el convento de San Francisco de la Arruzafa en Córdoba –restituido a la primitiva y rigurosa observancia franciscana por fray Pedro de Santoyo–, el convento de Arrecife en Lanzarote y el de Fuerteventura –donde fue elegido Guardián aun siendo lego–, Roma, La Salceda y Alcalá de Henares fueron los lugares principales que pueden dar testimonio de la extraordinaria santidad de su vida.
El convento de Araceli en Roma, convertido en improvisada enfermería ante el enorme número de religiosos que cayeron enfermos en la epidemia desatada en la ciudad eterna en 1450 –año del gran Jubileo, en el que fue canonizado el franciscano observante San Bernardino de Siena– pudo presenciar la heroica caridad del lego sevillano.
Y tras su paso por Nuestra Señora de la Salceda –escenario unos años después del camino de conversión de otro famoso fraile de la orden, fray Francisco Ximénez de Cisneros–, Alcalá de Henares, donde el arzobispo Alonso Carrillo de Acuña había querido fundar el Monasterio de Santa María de Jesús, en el que San Diego transcurrió sus últimos años como jardinero y portero, y desde donde partió al cielo entonando los versos del himno a la Cruz: “Dulce lignum, dulces clavos, dulce pondus sustinent…”
El peso –“pondus”– que pende clavado del dulce madero de la Cruz, es decir, Cristo, fue la única asignatura que quiso estudiar San Diego, y por eso fue sabio y santo, siendo frecuentemente consultado por reyes y nobles. Y si en vida brilló por su humilde caridad y por sus conocidos milagros, tras su tránsito sería elocuente ejemplo para sus hermanos de profesión y poderoso intercesor para cuantos lo invocan.
“Con el peso de sus obras / Diego entre Pastor y Justo / dondequiera viene al justo”. Estas palabras figuraron en uno de los adornos que engalanaron la Iglesia Magistral de Alcalá de Henares –hoy Catedral– con ocasión de las fiestas celebradas en la ciudad complutense en 1589 por la canonización de San Diego. El altar en el que el papa Sixto V ofició la misa de su canonización en Roma en 1588 fue entonces trasladado a Alcalá y sigue siendo el altar mayor de la sede complutense. San Diego es el primer santo elevado a los altares tras la “reforma” protestante. La heroicidad de sus virtudes y el aprecio de la monarquía española facilitaron el juicio definitivo de la Iglesia.
Cada año, el 13 de noviembre, numerosos fieles y devotos acuden a la Catedral Magistral para venerar los restos del santo lego franciscano e invocar sus favores. Junto a los Santos Niños Justo y Pastor, junto a San Félix de Alcalá, San Diego es gloria y honor de nuestra ciudad. Por eso, una vez más, damos gracias al profesor Ignacio Arellano y a sus colaboradores por el esfuerzo realizado en esta nueva obra, que continúa las ediciones ya publicadas de los autos sacramentales de las Santísimas Formas de Alcalá y de los Santos Niños Justo y Pastor, nuestros patronos.
Concluimos con estas palabras de la comedia de Lope de Vega: “¿Adónde está fray Diego? / Allá en su huerto / cogiendo flores y diciendo amores”.
DELEGACIÓN DE EVANGELIZACIÓN DE LA CULTURA