15 de diciembre: Oración Diocesana de Familias


 

ACUERDO

ENTRE EL ESTADO ESPAÑOL Y LA SANTA SEDE SOBRE ASUNTOS JURÍDICOS

Artículo I

1. El Estado Español reconoce a la Iglesia Católica el derecho de ejercer su misión apostólica y le garantiza el libre y público ejercicio de las actividades que le son propias y en especial las de culto, jurisdicción y magisterio.

Apartado de la Nota de la Conferencia Episcopal Española de 5-4-2019 en relación a las informaciones difundidas sobre la diócesis de Alcalá de Henares

«Durante estos días los obispos han tenido conocimiento de las noticias publicadas en diversos medios sobre las actividades del COF “Reginae Familiae” de la diócesis de Alcalá de Henares y de la irrespetuosa entrada de manifestantes en la Catedral Magistral de Alcalá en horario de culto.

En un diálogo fraterno, además de expresar su apoyo y afecto a Mons. Juan Antonio Reig Plá y a los colaboradores del COF, y su más firme rechazo a la irrupción de un grupo de personas vociferantes en un templo donde se estaba celebrando la liturgia de la Iglesia, también  han manifestado lo siguiente:

  • Nos preocupa asistir, de nuevo, a un ejercicio de manipulación de la verdad y desinformación intencionada que termina provocando el “odio” que se dice querer evitar o denunciar.
  • Defendemos la libertad de conciencia de cada persona para afrontar sus diversas situaciones existenciales buscando ayuda y acompañamiento en las personas e instituciones que les merecen confianza, entre otras, las de la Iglesia.
  • Afirmamos la libertad de la Iglesia, reconocida en la Constitución española, la Ley orgánica de libertad religiosa y los Tratados internacionales sobre derechos humanos, para ofrecer su visión de la persona y acoger y acompañar a quien libremente se acerque a ella para crecer en un desarrollo humano integral desde el anuncio del Evangelio y el amor misericordioso de Dios.»
Nota completa: Pinchar aquí



 

Otros vídeos y textos de interés:

Presentación a la edición en español del libro – sobre la atracción sexual hacia el mismo sexo – «Amar en la diferencia», Editorial BAC, 2013


 

Algunos textos de los papas

Papa Francisco

«En Europa, América, América Latina, África, en algunos países de Asia, hay verdaderas colonizaciones ideológicas. Y una de estas —lo digo claramente con «nombre y apellido»— es el gender. Hoy a los niños —a los niños— en la escuela se enseña esto: que cada uno puede elegir el sexo. ¿Por qué enseñan esto? Porque los libros son los de las personas y de las instituciones que dan el dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas también por países muy influyentes. Y esto es terrible. Hablando con Papa Benedicto, que está bien y tiene un pensamiento claro, me decía: «Santidad, esta es la época del pecado contra Dios creador». Es inteligente. Dios ha creado al hombre y a la mujer; Dios ha creado al mundo así, así, y nosotros estamos haciendo lo contrario.» (Papa Francisco, Viaje apostólico a Polonia: Encuentro con los obispos polacos en la Catedral de Cracovia – Discurso, 27-7-2016)

«Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer». (…) No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada.» (Papa Francisco, Amoris laetitia, 56).

«En la lógica del dominio, el dominador también termina negando su propia dignidad, y en definitiva deja «de identificarse subjetivamente con el propio cuerpo», ya que le quita todo significado.» (Papa Francisco, Amoris laetitia, 155).

«En el curso del debate sobre la dignidad y la misión de la familia, los Padres sinodales han hecho notar que los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia […] Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo».» (Papa Francisco, Amoris laetitia, 251).

«Más allá de las comprensibles dificultades que cada uno pueda vivir, hay que ayudar a aceptar el propio cuerpo tal como ha sido creado, porque «una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación […] También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente». Sólo perdiéndole el miedo a la diferencia, uno puede terminar de liberarse de la inmanencia del propio ser y del embeleso por sí mismo. La educación sexual debe ayudar a aceptar el propio cuerpo, de manera que la persona no pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma».» (Papa Francisco, Amoris laetitia, 285).

«Permítanme llamar su atención sobre el valor y la belleza del matrimonio. La complementariedad del hombre y la mujer, vértice de la creación divina, está siendo cuestionada por la llamada ideología de género, en nombre de una sociedad más libre y más justa. Las diferencias entre hombre y mujer no son para la contraposición o subordinación, sino para la comunión y la generación, siempre a «imagen y semejanza» de Dios. Sin la mutua entrega, ninguno de los dos puede siquiera comprenderse en profundidad (cf. Audiencia general15 abril 2015). El sacramento del matrimonio es signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega de Cristo por su Esposa, la Iglesia.» (Papa Francisco, Discurso a los obispos de la Conferencia Episcopal de Puerto Rico en visita «ad Limina Apostolorum», 8-6-2015).

“Si el ser humano no redescubre su verdadero lugar, se entiende mal a sí mismo y termina contradiciendo su propia realidad: «No sólo la tierra ha sido dada por Dios al hombre, el cual debe usarla respetando la intención originaria de que es un bien, según la cual le ha sido dada; incluso el hombre es para sí mismo un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido dotado» (Papa Francisco, Laudato Si’, n. 115).

“La ecología humana implica también algo muy hondo: la necesaria relación de la vida del ser humano con la ley moral escrita en su propia naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más digno. Decía Benedicto XVI que existe una «ecología del hombre» porque «también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo». En esta línea, cabe reconocer que nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma»” (Papa Francisco, Laudato Si’, n. 155).

«Existen colonizaciones ideológicas que buscan destruir la familia. Vienen de afuera, por eso digo que son colonizaciones. No perdamos la libertad de la misión que Dios nos da, la misión de la familia. (…) como familia tenemos que ser muy, muy sagaces, muy hábiles, muy fuertes para decir ‘no’ a cualquier intento de colonización ideológica sobre la familia» (Papa Francisco, Discurso en el Encuentro con las familias en el Mall of Asia Arena, Manila, 16-1-2015).

 

Papa Benedicto XVI

Según la filosofía de género (gender), «el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido (…). El hombre niega tener una naturaleza preconstituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear. Según el relato bíblico de la creación, el haber sido creada por Dios como varón y mujer pertenece a la esencia de la criatura humana. Esta dualidad es esencial para el ser humano, tal como Dios la ha dado. Precisamente esta dualidad como dato originario es lo que se impugna. Ya no es válido lo que leemos en el relato de la creación: «Hombre y mujer los creó» (Gn 1,27). No, lo que vale ahora es que no ha sido Él quien los creó varón o mujer, sino que hasta ahora ha sido la sociedad la que lo ha determinado, y ahora somos nosotros mismos quienes hemos de decidir sobre esto. Hombre y mujer como realidad de la creación, como naturaleza de la persona humana, ya no existen. El hombre niega su propia naturaleza. Ahora él es sólo espíritu y voluntad. La manipulación de la naturaleza, que hoy deploramos por lo que se refiere al medio ambiente, se convierte aquí en la opción de fondo del hombre respecto a sí mismo». (Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana con motivo de las felicitaciones navideñas, 21 de diciembre de 2012).

«La importancia de la ecología es hoy indiscutible. Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente. Sin embargo, quisiera afrontar seriamente un punto que – me parece – se ha olvidado tanto hoy como ayer: hay también una ecología del hombre. También el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo. El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana.» (Benedicto XVI, Discurso en la Visita al Parlamento Federal en el Reichstag de Berlín, 22-9-2011)

«Cuando la Iglesia habla de la naturaleza del ser humano como hombre y mujer, y pide que se respete este orden de la creación, no es una metafísica superada. Aquí, de hecho, se trata de la fe en el Creador y de escuchar el lenguaje de la creación, cuyo desprecio sería una autodestrucción del hombre y, por tanto, una destrucción de la obra misma de Dios.

Lo que con frecuencia se expresa y entiende con el término “gender”, se reduce en definitiva a la auto-emancipación del hombre de la creación y del Creador. El hombre quiere hacerse por sí solo y disponer siempre y exclusivamente por sí solo de lo que le atañe. Pero de este modo vive contra la verdad, vive contra el Espíritu creador. Ciertamente, los bosques tropicales merecen nuestra protección, pero también la merece el hombre como criatura, en la que está inscrito un mensaje que no significa contradicción de nuestra libertad, sino su condición.» (Benedicto XVI, Discurso a la Curia romana con ocasión del intercambio de felicitaciones por la Navidad, 22 de diciembre de 2008).

«La diferencia sexual que caracteriza el cuerpo del hombre y de la mujer no es un simple dato biológico, sino que reviste un significado mucho más profundo:  expresa la forma del amor con la que el hombre y la mujer llegan a ser —como dice la sagrada Escritura— una sola carne, pueden realizar una auténtica comunión de personas abierta a la transmisión de la vida y cooperan de este modo con Dios en la procreación de nuevos seres humanos» (Benedicto XVI, Discurso a los participantes en un Congreso internacional organizado por el Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia, 11 de mayo de 2006).

Papa San Juan Pablo II

«38. Además de la destrucción irracional del ambiente natural hay que recordar aquí la más grave aún del ambiente humano, al que, sin embargo, se está lejos de prestar la necesaria atención. Mientras nos preocupamos justamente, aunque mucho menos de lo necesario, de preservar los «habitat» naturales de las diversas especies animales amenazadas de extinción, porque nos damos cuenta de que cada una de ellas aporta su propia contribución al equilibrio general de la tierra, nos esforzamos muy poco por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica «ecología humana». No sólo la tierra ha sido dada por Dios al hombre, el cual debe usarla respetando la intención originaria de que es un bien, según la cual le ha sido dada; incluso el hombre es para sí mismo un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido dotado. Hay que mencionar en este contexto los graves problemas de la moderna urbanización, la necesidad de un urbanismo preocupado por la vida de las personas, así como la debida atención a una «ecología social» del trabajo.

El hombre recibe de Dios su dignidad esencial y con ella la capacidad de trascender todo ordenamiento de la sociedad hacia la verdad y el bien. Sin embargo, está condicionado por la estructura social en que vive, por la educación recibida y por el ambiente. Estos elementos pueden facilitar u obstaculizar su vivir según la verdad. Las decisiones, gracias a las cuales se constituye un ambiente humano, pueden crear estructuras concretas de pecado, impidiendo la plena realización de quienes son oprimidos de diversas maneras por las mismas. Demoler tales estructuras y sustituirlas con formas más auténticas de convivencia es un cometido que exige valentía y paciencia 77.

39. La primera estructura fundamental a favor de la «ecología humana» es la familia, en cuyo seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser amado, y por consiguiente qué quiere decir en concreto ser una persona. Se entiende aquí la familia fundada en el matrimonio, en el que el don recíproco de sí por parte del hombre y de la mujer crea un ambiente de vida en el cual el niño puede nacer y desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su destino único e irrepetible. En cambio, sucede con frecuencia que el hombre se siente desanimado a realizar las condiciones auténticas de la reproducción humana y se ve inducido a considerar la propia vida y a sí mismo como un conjunto de sensaciones que hay que experimentar más bien que como una obra a realizar. De aquí nace una falta de libertad que le hace renunciar al compromiso de vincularse de manera estable con otra persona y engendrar hijos, o bien le mueve a considerar a éstos como una de tantas «cosas» que es posible tener o no tener, según los propios gustos, y que se presentan como otras opciones.

Hay que volver a considerar la familia como el santuario de la vida. En efecto, es sagrada: es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida.

El ingenio del hombre parece orientarse, en este campo, a limitar, suprimir o anular las fuentes de la vida, recurriendo incluso al aborto, tan extendido por desgracia en el mundo, más que a defender y abrir las posibilidades a la vida misma. En la encíclica Sollicitudo rei socialis han sido denunciadas las campañas sistemáticas contra la natalidad, que, sobre la base de una concepción deformada del problema demográfico y en un clima de «absoluta falta de respeto por la libertad de decisión de las personas interesadas», las someten frecuentemente a «intolerables presiones… para plegarlas a esta forma nueva de opresión»78. Se trata de políticas que con técnicas nuevas extienden su radio de acción hasta llegar, como en una «guerra química», a envenenar la vida de millones de seres humanos indefensos.

Estas críticas van dirigidas no tanto contra un sistema económico, cuanto contra un sistema ético-cultural. En efecto, la economía es sólo un aspecto y una dimensión de la compleja actividad humana. Si es absolutizada, si la producción y el consumo de las mercancías ocupan el centro de la vida social y se convierten en el único valor de la sociedad, no subordinado a ningún otro, la causa hay que buscarla no sólo y no tanto en el sistema económico mismo, cuanto en el hecho de que todo el sistema sociocultural, al ignorar la dimensión ética y religiosa, se ha debilitado, limitándose únicamente a la producción de bienes y servicios 79.

Todo esto se puede resumir afirmando una vez más que la libertad económica es solamente un elemento de la libertad humana. Cuando aquella se vuelve autónoma, es decir, cuando el hombre es considerado más como un productor o un consumidor de bienes que como un sujeto que produce y consume para vivir, entonces pierde su necesaria relación con la persona humana y termina por alienarla y oprimirla 80.» (Papa San Juan Pablo II, Centesimus Annus, 38-39).

«Las palabras pronunciadas por Cristo sobre la resurrección nos permiten deducir que la dimensión de masculinidad y feminidad —esto es, el ser en el cuerpo varón y mujer— quedará nuevamente constituida juntamente con la resurrección del cuerpo en el “otro siglo”. (…) «En es otro mundo, la patria definitiva del hombre, que llamamos reino de Dios o casa del Padre, entraremos en la dimensión eterna del ser humano mediante la resurrección. Será una dimensión y estado nuevo de vida, en el que el cuerpo del hombre y de la mujer, mantendrá sus peculiaridades propias, revestido de inmortalidad y con una espiritualización de la naturaleza humana, que lo hará semejante a los ángeles» » (San Juan Pablo II, Audiencia general, 2-12-1981).

«Frente a esta amplitud de campos de lucha antiguos y nuevos [en favor de la vida y la salud], donde se configuran «amenazas programadas de manera científica y sistemática» (Evangelium vitae, 17), es necesario juntar las fuerzas, unir las inteligencias y establecer estrategias comunes armoniosas y eficaces.

Vuestra misión se abre ante un horizonte realmente vasto, que implica también promover el valor insustituible de la educación de los jóvenes y de las familias en el amor verdadero, fiel y casto. No es realista pensar que se afirme una cultura de la vida si falta una seria educación de las conciencias y en particular, si no hay una real orientación afectiva hacia los valores de la familia. Estos presupuestos son cada vez más importantes en una verdadera estrategia de defensa de la vida.

En ese marco, la familia y la vida constituyen un binomio inseparable y del mismo modo, el amor casto y fiel es el primer nivel y la condición insustituible de la cultura de la vida.

Estos compromisos, que constituyen los objetivos de vuestra estrategia, requieren una preparación profunda en el ámbito de las temáticas médica, ética jurídica y social. La lucha en defensa de la vida puede ganarse sólo si al entusiasmo y a la valentía de cuantos participan en ella se añade una preparación específica en estos campos. En particular, se requiere una formación en el importante campo de la bioética, destinada, ante todo, a los agentes sanitarios, pero también a cada uno de los ciudadanos.

(…) será singularmente valiosa la contribución que prestan los intelectuales, los juristas y los profesionales de la medicina, así como sigue siendo indispensable la aportación de los formadores de los jóvenes y de los responsables de los movimientos educativos, una vez que hayan profundizado, ellos mismos en primer lugar, las exigencias inderogables de la moral en defensa de la vida humana. Os exhorto a acompañar con particular atención a los adolescentes y a los jóvenes en las escuelas, para que puedan recibir una presentación adecuada de los valores morales, civiles y religiosos, que son coherentes con la dignidad de la persona humana y con la defensa y la promoción de la vida.

También es urgente prestar atención a lo que sucede en los Parlamentos, donde van manifestándose orientaciones legislativas en el ámbito del bioderecho y de la protección de la corporeidad humana y de la familia, que incluyen aspectos preocupantes. Cuantos tienen verdadero interés por la dignidad de la persona y el destino futuro de la humanidad, no pueden renunciar a su deber de vigilar y actuar». (San Juan Pablo II, Discurso a los participantes en el III Congreso de los movimientos en favor de la vida, 3-10-1995)

 

Para saber más:

Textos de la Biblia citados en el Catecismo de la Iglesia Católica

Génesis 19, 1-29

Carta a los Romanos 1, 24-27

Primera carta a los Corintios 6, 10

Primera carta a Timoteo 1, 10

Santa Sede

Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2357-2359.

Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1735.

Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1860.

Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 492.

Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 228.

Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 228, Pontificio Consejo «Justicia y Paz».

Discurso a los participantes en la Plenaria del Consejo Pontificio “Cor Unum, 19-1-2013. Benedicto XVI.

Mensaje para la XLVI Jornada Mundial de la Paz 2013,
Bienaventurados los que trabajan por la paz.
, 1-1-2013. Benedicto XVI.

Discurso a la Curia romana con ocasión de las felicitaciones de Navidad., 21-12-2012. Benedicto XVI.

Notificación acerca del libro Just love. A Framework for Christian Sexual Ethics de Sor Margaret A. Farley, R.S.M.
30-3-2012. Congregación para la Doctrina de la Fe.

 En busca de una ética universal: nueva mirada sobre la ley natural, n. 80.
2009. Comisión Teológica Internacional.

Notificación sobre algunos escritos del Rvdo. P. Marciano Vidal, C.Ss.R., n. 2
22-2-2001. Congregación para la Doctrina de la Fe.

Notificación sobre los escritos y las actividades de la Hermana Jeannine Gramick, S.N.D. y del Padre Robert Nugent, S.D.S.
31-5-1999. Congregación para la Doctrina de la Fe.

Sexualidad Humana: Verdad y Significado, n. 104.
8-12-1995. Pontificio Consejo para la Familia

Encíclica Veritatis splendor, n. 49
6-8-1993. San Juan Pablo II.

Nota referente al libro «The Sexual Creators. An Ethical proposal for Concerned Christians» (University Press of America, Lanham-New York-London 1986) del P. André Guindon, O.M.I., 31-1-1992. Congregación para la Doctrina de la Fe.

Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales., 1-10-1986. Congregación para la Doctrina de la Fe.

Orientaciones educativas sobre el amor humano
Pautas de educación sexual, nn. 101-102., 1-11-1983. Congregación para la Educación Católica.

Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual – Persona humana., 29-12-1975. Congregación para la Doctrina de la Fe.

 

Sobre el discernimiento vocacional en relacióncon las personas de tendencias homosexuales:

Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis
«El Don de la vocación presbiteral», pág. 83-84.
, 8-12-2016. Congregación para el Clero

Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas., 4-11-2005. Congregación para la Educación Católica.

Rescriptum ex audientia con el que se aclaran las disposiciones contenidas en la «Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas» (8 de abril de 2008)

Respuesta a la pregunta sobre si es lícito que un Obispo diocesano ordene al sagrado presbiterado a un varón que manifieste propensiones llamadas homosexuales, 16-5-2002. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (publicado en italiano en Notitiae 436, diciembre de 2002, Ciudad del Vaticano, pág. 586)

 

Sobre el reconocimiento legal de las uniones entre personas del mismo sexo y la posibilidad de adopción de niños en el contexto de las relaciones homosexuales:

Discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede con motivo de las felicitaciones de Año Nuevo (párrafo décimo), 11-1-2010. Benedicto XVI.

Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, 31 de julio de 2003. Congregación para la Doctrina de la Fe.

Familia, matrimonio y “uniones de hecho”, n. 23, 21-11-2000. Pontificio Consejo para la Familia.

Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales, 23 de julio de 1992. Congregación para la Doctrina de la Fe.

 

Conferencia Episcopal Española

Nota sobre la legislación familiar y la crisis económica, 22-11-2012. Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española.

Nota sobre el matrimonio y el fallo del Tribunal Constitucional, 8-11-2012. Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española.

La verdad del amor humano.

Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar. Documento aprobado el 26 de abril de 2012 por la XCIX Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española.

Orientaciones acerca del modo de proceder ante algunas implicaciones en el ordenamiento canónico de la ley reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas. Aprobadas por la XCI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, celebrada entre los días 3 al 7 de marzo de 2008

Hombre y mujer los creó, 26-12-2004. Nota de los Obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida.

En favor del verdadero matrimonio, 15-7-2004. Nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española.

Matrimonio, familia y uniones homosexuales, 24-6-1994. Nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española.